domingo, 27 de enero de 2008

UN ALTO EN EL CAMINO
















Las 7 horas de bus hasta llegar a La Serena no fueron tan horribles como pensábamos. Es tan habitual que los chilenos utilicen los buses para largos recorridos que vienen muy bien equipados. Nosotras íbamos en un asiento semi-cama: puedes reclinar el respaldo bastante y tienes un reposa pies que te permite tener una posición casi horizontal. Durante el camino, el bus hace varias paradas para que suban vendedoras de comida (de la misma compañía de TurBus) que te ofrecen dulces típicos de aquí (o de "acá" que es como se dice en Chile).
A medida que subíamos (La Serena está en la costa, hacia el norte) vimos como cambiaba el paisaje. Pasaba a ser mucho más desértico y las playas mucho más agrestes y rocosas. Curiosidad: podían pasar varios kilómetros hasta ver un pueblo pequeño, y eso en la costa (qué diferente de nuestra explotada costa mediterránea... si lo pillara esto Zaplana!!!).
Al final llegamos a las 17h a La Serena. En la terminal vino a buscarnos Andrés, el hijo de la dueña del hostal donde nos alojamos, Casa María.
Nuestro hostal es la propia casa de María que la ha acondicionado para alojar a turistas. Es una señora con una vida increíble, víctima de la dictadura chilena. Siempre tiene mil historias que contar. Su casa es un lugar muy agradable y en seguida nos sentimos muy cómodas. La entrada da al comedor, por donde has de pasar para acceder a la cocina comunitaria (también puedes acceder al interior de la casa pasando por un negocio de sandalias de cuero hechas a mano que linda con el hostal) y de ahí a un patio central que está rodeado por todas las habitaciones (unas 10 más o menos).
El patio es el centro de reunión de todos los huéspedes y donde todos hablamos con todos: una pequeña gran familia!!! Hemos tenido la oportunidad de conocer a cuatro franceses, una chica alemana de 17 años que habla español con acento chileno (muy graciosa!) y que viaja con su padre, dos hermanas francesas (que son como la noche y el día, una muy simpática y la otra.... algo insociable), una pareja de mejicanos muy majos y un montón de brasileñas. Una de ellas ya nos ha dado su e.mail para que le preguntemos lo que queramos sobre nuestra ruta en Brasil. Trabaja en la red ferroviaria y nos ha informado de un montón de cosas y sitios que poder visitar.
La Serena es una ciudad que está en la provincia de Coquimbo. El centro es muy bonito: hemos visto la Plaza de Armas y edificios emblemáticos con un estilo arquitectónico propio de la ciudad, al que llaman serenense. La gente aquí es más abierta y amable que en Santiago de Chile. La playa es bonita, no hay edificios que la bordeen y si desde la orilla te giras mirando a tierra ves la cantidad de cerros que la protegen. Nosotras fuimos a la playa que llaman 4 Esquinas donde hay un faro algo abandonado.
Hemos hecho un par de excursiones preciosas. La primera fue la visita de noche al observatorio de Mamalluca, que en quechua significa "madre generosa". El cielo de aquí, junto al de San Pedro de Atacama, es uno de los mejores del mundo para observar las estrellas. Todo eso responde a un fenómeno meteorológico que hace que este cielo esté siempre despejado. La cuestión es que en el valle no entran nubes que sean obstáculo para ver perfectamente el cielo. Sólo 6 o 7 veces al año cae algo de agua; aquí también tienen muchos problemas con la sequía. En el observatorio astronómico, tras una charla donde te explican el origen del universo, tienes la oportunidad de ver a través de un telescopio: la luna (impresionante desde tan cerca), cinturón de Orión, la nebulosa de Orión y hasta pudimos ver a Saturno (¡identificamos claramente sus anillos!).
A esta excursión se sumó un turista griego llamado Costa que viajaba con su compañero, un inglés de lo más soso. Costa era un personaje de lo más auténtico, una auténtica loca: criticaba a los chilenos porque le parecían muy prepotentes y alababa a los argentinos continuamente (todo esto lo explicaba con mucha gracia). Ya en el observatorio conocimos al personaje número 2 de la noche: nuestro guía. El tío era un sobón increíble... de lo más plasta!!!! No habían pasado ni dos minutos que mientras nos enseñaba la luna (a nosotras y al resto del grupo) ya nos estaba preguntando que de donde veníamos, etc... si ya era feito a oscuras, en cuanto abrieron la luz... Aaaaaaaaarrrrggg!!!!
La otra excursión que hemos hecho es la que te lleva al semidesierto (está a 2 horas de La Serena), hasta Punta de Choros. Es un pueblecito de 250 habitantes a orillas del mar desde donde salen todas las lanchas que hacen el tour a las 3 pequeñas islas más cercanas: Isla Gaviotas, Isla Damas e Isla Choros.
Por cierto!!! Siguiendo con los parecidos razonables, tenemos que decir que nuestro guía era clavadito a Tom Jones. Entre las 3 islas y el mar que la rodea hay una fauna muy variada. Con la lancha recorrimos las 3 islas hasta quedarnos durante una horita en una playa de Isla Damas: una preciosidad de lugar, sin un puñetero edificio... deshabitado completamente!
Solo durante unos días muy concretos, nunca más de 3, permiten acampar ahí a un número determinado de turistas. En el recorrido de la lancha vimos de todo: delfines (una pasada ver cómo saltaban a un metro de nosotras), los pingüinos humboldt (un pingu enano muy majo!), lobos marinos (se agolpaban en grupos muy numerosos encima de las rocas de la isla)... lo alucinante es que pudimos verlos a todos de muy muy cerca.
Después de un chapuzón sólo hasta las rodillas en el helado mar del Pacífico, la lancha nos devolvió a tierra firme. Fuimos a comer al típico restaurante del desierto... como en las pelis... el restaurante y nada más alrededor. En esta zona hay que tener mucho cuidado con el sol, pero ojo que por la noche baja tanto la temperatura que dormimos con dos mantas y el polar encima del pijama.
Como de momento estamos muy a gusto aquí, hemos decidido quedarnos unos pocos días más y aún no sabemos por donde tirar. Por una parte porque aquí hemos conocido a mucha gente que nos ha dado ideas sobre rutas diferentes a la que en un principio habíamos pensado. Es increíble la cantidad de gente que lleva viajando durante meses por Suramérica!
Bueno gente, ya os pondremos al corriente de cuál será nuestro siguiente destino. Por ahora, seguid deleitándoos con nuestras magníficas fotos!!!!!... y ahora con este vídeo...

martes, 22 de enero de 2008

EN BUSCA DE LA BRISA DEL PACÍFICO


La brisa del Pacífico nos inspira, ponerse protección solar en la playa a 22 de enero es algo chocante...pero no ahondaremos en la llaga (je,je,je).

Ayer día 21 llegamos a Valparaíso, una ciudad reconocida como patrimonio de la humanidad. Eso no es lo que pensamos cuando nuestro autocar llegaba a la terminal de autobuses. Íbamos preparadas para encontrarnos sol, playa y calorcito del bueno y nada más lejos de la realidad.
Desde la ventanilla del autocar observamos a la gente llevando chaquetas o jersey, el día estaba nublado y el ambiente en esa parte de la ciudad era muy desoladora, muy decadente. La curiosidad: el trolebus, un autobús que funciona con electricidad, muy auténtico.
Arrastramos las maletas hasta nuestro hostal. El nombre es de lo más "Pantojil": el Rincón Marinero (sí, lo reconocemos, empezamos a tatarear "Marinero de Luces" cuando entrábamos por la puerta). El gerente, muy amable, nos calmó con respecto al clima. Aquí hasta el mediodía hace fresquito y el cielo está encapotado, pero a eso de las 12 se levanta el día y el sol calienta mucho. Después de tomar un cafecito preparado por Luis, el gerente, dejamos las maletas y salimos a la calle.
Nota curiosa: aquí el café rara vez es de máquina, siempre te lo ofrecen soluble y a la americana. Aquí todos se pirran por los productos en polvo (café, leche, zumos).
Retomando lo de antes; muy dispuestas salimos a la calle y fuimos chino-chano por la avenida Pedro Montt (aún no sabemos quien cojones es Montt pero el hombre está en todas partes) hasta la plaza Victoria donde está la biblioteca, la catedral y el club naval. En Valparaíso hay un ambiente muy naviero: museos, sedes oficiales... un rollo "Oficial y Caballero" en versión latina y con un Richard Gere algo chaparrito. También hay muchas universidades para lo pequeña que es la ciudad y la mayoría de ellas tienen nombres religiosos. Otra de las instituciones muy presentes son los bomberos. Hemos perdido la cuenta de los parques de bomberos que hay. En realidad aquí es de donde salió la primera brigada de bomberos de Chile.
Tampoco sabemos si los lugareños son muy hipocondríacos, porque a cada cuadra (manzana) te encuentras una farmacia o parafarmacia. Las que más se ven son las de Cruz Verde (las de "eficacia probada") y la cadena "Ahumada" (a priori el nombre no es muy alentador pero son igual que las nuestras).
Lo más bonito de Valparaíso es que está rodeado por cerros. A ellos se accede mediante una especie de funiculares/ascensores que te llevan hasta la cima (no más de 80 metros). ¡ Son increiblemente viejos pero tienen mucho encanto! Lo espectacular es llegar arriba y disfrutar de las vistas de los miradores. Allá arriba el ambiente es muy bohemio, un rollito Gracia pero mucho más genuino. No hay rincón de pared que no esté grafiteado o pintado (alcantarillas, papeleras y farolas incluídas).
No hay hippies perro-flautas pero sí perros callejeros a mogollón. La tónica perruna en este país es estar tumbado a la sombra en actitud de "me importa un bledo si el mundo se hunde". Lo peor de todo es que los perros policía siguen la misma onda.
Después de sudar la camiseta subiendo y bajando escaleras (allá arriba todo son callejuelas empinadísimas) nos sentamos a comer en un parquecillo-mirador unas buenas empanadas. Una de pino (la más típica), una española (con tomate y salchicha) y una de choclo y jamón (el choclo es maiz). Bajando, bajando llegamos a la plaza Sotomayor donde hay el típico monumento al soldado desconocido y justo enfrente la escuela naval. Delante de esta plaza está el Muelle Prat (ja,ja,ja, que a nadie de Grupo Vía se le ocurra hacer un chiste con esto). En dicho muelle se apelotonan lanchas turísticas que ofrecen un paseo por la bahía y barcos de pescadores. Aquí descubrimos que el amor por el mar no tiene edad. ¿Os acordáis del viejo marinero de Los Simpsons? Pues uno igualico manejaba un barco turístico, ejem, si a esa carraca se le puede llamar así. Todo él era un espectáculo y un reclamo para que los turistas subieran a su lancha. Gritaba "mil pesos el paseo" mientras se frotaba las manos.
Luego de disfrutar con el espectáculo del abuelo nos dirigimos al Cerro Artillería donde estaba el Museo Naval. De bajada nos fuimos paseando hacia el hostal y de camino nos compramos la cena. Hemos de decir que aquí los vigilantes del súper llevan chaleco antibalas; innecesario porque aquí todo es muy pacífico. Con la comprita nos sentamos en un parque para aprovechar las últimas horas de sol y después nos recogimos en nuestro Rincón Marinero. Bueno, justo antes de irnos a dormir hubo elmomento gag espontáneo del día (ver foto de la Rumana, ja je ji jo ju).
Hoy, día 22, hemos ido a Viña del Mar. Para llegar hasta allí hemos cogido un tren que bordea la costa. Tan solo le separan de Valparaíso 10 km aproximadamente. Viña del Mar es mucho más pijo, tiene jardines muy cuidados y varios castillos: el Castillo Ross (1912), que ahora funciona como Club Unión Árabe (aunque no hemos visto a ningún jeque...); el Castillo Wulff, ahora salón de exposiciones, y el Castillo Brunet, de arquitectura medieval y que actualmente es la sede de los Carabineros de Chile. Paseando por la playa se llega hasta el Casino Municipal. Y después, siguiendo por la Avda Perú se llega hasta el Muelle Vergara, donde está la Playa del Sol. Justo en esta playa ha sido donde nos hemos tostado un par de horitas. El mar del Pacífico parece muy bravo, las olas rompen con fuerza y, como en Barcelona, todo el mundo pasa de la bandera roja y juega con su integridad física.
A ver gente, antes de despedirnos por hoy, y sin ánimo de jorobaros... estamos como dos gambas!!!! hoy nos ha pegado el sol y nos ha dejado medio atontadas, porque madre mía lo que nos está costando escribir esto ahora!!!
La próxima parada es La Serena. Mañana partimos a las 10h y el viaje es de unas 7 horas. Os seguiremos contando.

Notas sobre los comentarios

BÁRBARA: Gracias super-lo-pep por recordarnos lo de Coriolis... lo hemos probado y os confirmamos que es totalmente cierto...
Raúl, a ver, que Ágata y yo te vamos a dar... que estamos enChile y no en Perú!!!!!y sí, ya hemos probado el pisco sour, muy bueno!
Cris, la redacción es de las dos... aquí los dos Selebros uníos por la misma causa... y tranqui que hemos colgado más fotos (la mía seguro que te recuerda a esa que nos hicimos a pie de la torre Eiffel, te acuerdas las pinticas que teníamos???? je je je)
Clander, como veo que la peña está buscando el momento foto con nuestras peores pintas, he decidido tomar la iniciativa y quitaros el mono con mi fotito de Rumana...
Gladys... ¡ahí van más fotos! Y ya sabes, si te animas, te coges un avión y te vienes para acá!!!!
Raquel sister.... yo actualizo el blog, pero tú envíame algún e.mail de vez en cuando vagucia!!!
Mami no vam poder fer foto del doble del Puma. Si sense agafar el seu taxi ens va perseguir fins al lavabo no vull ni pensar què hagués fet si a sobre li demano una foto!!!
Cuca, què passa? inclús des de l'altra banda del món em fots la bronca!!pensa que a les hores que escribim el blog el nostres capa no donen més. Però mirarem de no fer cap falta.
Susy solete, no veas el placer de sacarme el abrigo, los calcetines y zapatos y ponerme mis chancletas de verano. ¡Esto es vida! Ya habrás visto que hemos colgado más fotos.

sábado, 19 de enero de 2008

PUERTA 52 (18/01/08)

Delante del Palacio de la Moneda (vaya, desde donde gobierna la Bachelet)






Después de muchos meses preparándolo, por fin el viaje se hacía realidad. Nos despedíamos de la familia con menos drama del que habíamos imaginado y subíamos las escaleras mecánicas para dejar atrás territorio conocido.
Una vez en la zona de embarque de la terminal A, nos sentamos cerca de la puerta 52 haciendo un último repaso de nuestros últimos días en Barcelona.
Las horas de vuelo hasta Zurich se nos pasaron muy rápido pero el enlace con el siguiente avión, frenético. Llegamos a la terminal A de Zurich y nuestro avión hacia Santiago de Chile salía desde la E. Para llegar a nuestra puerta de embarque utilizamos tecnología punta Suiza. Véase: pasar por pasillos y escaleras mecánicas hasta llegar a una especie de metro impoluto que avanzaba por un túnel iluminado. Lo mejor: unos hologramas proyectados en las paredes del túnel que representaban un paisaje nevado típico del país, al tiempo que se oían unos mugidos de vaca.¡ Todo muy suizo!
Conseguimos subir al avión repleto de jubilados hablando alemán y tomamos posición en el que sería nuestro espacio durante las próximas 19 horas. De nuevo los suizos nos sorprendieron: viajar en turista con Swiss Air no está nada mal, tienes pantalla individual con un mando con el que poder elegir lo que quieres ver (pelis, series, juegos, info sobre el vuelo). Bárbara se decidió por Ratatoille y Ágata por Diario de una niñera. Y os preguntaréis... ¿por qué estas? Porque eran las únicas dobladas al castellano! Sí, somos así de políglotas.
De ser un vuelo de más horas nuestros niveles de colesterol se hubieran disparado. Cuando no dormíamos, comíamos, y cuando no, nos daban chocolatinas suizas. Bárbara, explorando su faceta más gafe tuvo que lidiar con una azafata chillándole desde la otra punta del pasillo para que se sentara debido a las turbulencias; casi mata al azafato de una trabanqueta involuntaria; perdió la almohada que dan al sentarte (aun no sabemos qué pasó con ella); se le rompieron los auriculares justo antes de que se colgara su pantalla de televisión, y eso sin contar con el abuelo que teníua delante que cada vez que se estiraba tapaba su pantalla con las manos.
Casi 12 horas más tarde aterrizábamos en Sao Paulo. Una ciudad que desde el aire nos pareció inmensa y caótica. Tras más de una hora parados esperando a que llegaran nuevos pasajeros, emprendimos vuelo hacia Santiago. En ese momento nos dábamos cuenta de que sólo son 4 horas de diferencia con España.
Las últimas 3 horas y 40 minutos fueron la parte más pesada del viaje.
Una vez aterrizamos en Santiago, pasamos todos los controles policiales y nos reencontramos con nuestras maletas. Sólo salir nos atacaron cantidad de taxistas ofreciéndonos ayuda: uno incluso nos persiguió hasta el lavabo. Dicho sea de paso, este hombre era el hermano gemelo de El Puma (cantante).
Al final nos decantamos por un taxi oficial justo después de haber cambiado euros por pesos chilenos.
Nuestro hostal está en una zona residencial muy tranquila en el barrio de Las Condes. Dejando a un lado lo kitsch de la decoración, está limpio y es agradable. Tenemos baño propio y podemos usar una pequeña cocina comunitaria.
Después de una ducha necesaria y curativa, salimos a comprar algo para la cena y el desayuno (bebida y fruta). También nos compramos una guía de Santiago para empezar al día siguiente nuestra primera incursión turística en Suramérica!!!
La verdad es que no nos situamos mucho hasta que un inquilino del hostal, un estudiante austríaco, nos dio cuatro pistas sobre el país. Tras un rato hablando con él y su compi chileno, nos retiramos a la habitación para descansar... mañana será nuestra primera toma de contacto con la ciudad!